El dulce de leche es argentino… y tiene exactamente 174 años.
La receta del dulce de leche argentino es sencilla: los ingredientes son 4 litros de leche de tambo, 1 kilo de buen azúcar y una chaucha de vainilla. Para prepararlo, hay que hacer hervir la leche con el azúcar y la vainilla y revolver con una cuchara de madera continuamente. Si se desea un color más oscuro, puede agregarse una cucharadita de bicarbonato. Cuando se logra el punto, se retira del fuego y se vuelca en un recipiente sobre agua tibia. Seguir revolviendo hasta entibiar.
Según escribe Víctor Ego Ducrot «El primitivo dulce de leche pasó de Chile a Cuyo y de allí al Tucumán, donde comenzó a utilizárselo como relleno para alfajores», y hay que decirlo con todas las letras «El dulce de leche no es un invento argentino» y ya preparaba la Perichona —esposa de Thomas O’Gorman y amante de Liniers— en una olla de cobre. En otros países también se lo conocía con otros nombre, por ejemplo en Chile, Perú y Bolivia, como «manjar blanco», y algunas versiones no lo aceptan como un dulce sino como una especie de almíbar que se obtenía de la evaporación del agua de leche.
De todas maneras hay una curiosa historia que dice que el 24 de junio de 1829, el general Juan Lavalle y el brigadier general Juan Manuel de Rosas firmaron lo que se llamó «el Tratado de Cañuelas”. Ambos eran enemigos políticos y tares pero parecían haber comprendido que era necesario detener tanta matanza entre hermanos. De allí lo del tratado.
El 17 de julio de ese 1829, Lavalle llegó una vez más a la estancia de Rosas en Cañuelas para arreglar con su antiguo rival algunas cuestiones pendientes que se desprendían de la firma del pacto. Había cabalgado durante largo rato y estaba físicamente agotado por los días previos. Cuando le dijeron que aguardara un momento, que avisarían a Rosas de su llegada, miró a su alrededor y se dejó caer en un catre de campaña que estaba cerca, a pasitos de unas ollas donde las mujeres del servicio solían preparar sus platos. (ima. izq. Rosas)
En instantes, Lavalle se quedó dormido boca arriba, roncando con entusiasmo. Casi enseguida llegó al lugar una sirvienta mulata de físico robusto que, sin advertir bajo aquel árbol al general en reposo, comenzó a preparar lo que se llamaba “la lechada”, que no era otra cosa que leche caliente con azúcar que sería usada luego para el mate.
Revolvió un par de veces el líquido espeso y blanco que humeaba dentro de una olla de considerable tamaño y, de pronto, un ronquido más profundo la sacó de su tarea e hizo que entrara al lugar de donde provenía, asustada al pensar que podía ser un animal salvaje que gruñía. Su sorpresa fue grande cuando vio en el catre de su amo, don Juan Manuel, al mismísimo demonio enemigo, el general Lavalle. Ella no entendía nada de política y salió disparada a buscar ayuda para reducir al presunto invasor de la estancia, quien seguía durmiendo como un angelito. (ima. der. Lavalle)
Volvió de inmediato con varios seguidores armados con palos y tridentes pero, afortunadamente, quiso el destino que también llegara al sitio don Juan Manuel. Al presenciar la escena se rió, detuvo a los que querían moler a palos a Lavalle y les ordenó que lo dejaran dormir hasta que despertara solo y que nadie lo molestara.
Todos se fueron calladitos, incluida la mulata robusta. Mientras tanto, la lechada siguió en el fuego durante unas horas más, sin que nadie se acordara de ella. Al despertar Lavalle, le avisaron a Rosas, que fue a recibirlo, y recién entonces advirtieron que la lechada seguía También Rosas y Lavalle saborearon un poco como si fuera un brindis. Y les encantó. Ese 17 de julio de 1829 había nacido el dulce de leche.
FUENTE: http://www.portalplanetasedna.com.ar/dulcedeleche.htm
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